Sueños de libertad

Una “maldición” ha caído sobre Damián en ‘Sueños de libertad’: “No lo voy a aceptar nunca”

El personaje de Begoña, en la serie Sueños de libertad, pensaba que podría librarse de las manipulaciones de Jesús, desde que sabe que la ha estado drogando. Sin embargo, su plan de escapada pasa por hacerle creer a su marido que no sabe nada, así que no le ha quedado otro remedio que seguirle la corriente en el capítulo de este viernes, emitido en Antena 3 a las 15:45 horas. Lo que ha sucedido después ha sido un lamentable espectáculo que desearía que nunca hubiese pasado.

En el episodio anterior de la ficción protagonizada por Natalia Sánchez, Alain Hernández y Dani Tatay, Begoña le contó a Luz sus pretensiones de escapar de la casa de los De la Reina, y de llevarse a Julia consigo. Aunque la doctora le avisó de que llevarse a la niña no sería buena idea, la madre le prometió que jamás la dejaría atrás. Hoy, Luz le ha reprochado a su amiga que le haya prometido aquello a la pequeña.

Pero Begoña ha pensado en cómo reaccionaría Jesús cuando ella se hubiese marchado, y no sería la primera vez que lo pagase con Julia. “Tengo que mirar por ella, y la niña se viene conmigo”, ha asegurado la enfermera. Luz, por su parte, le ha ofrecido sus ahorros: “Vas a necesitar mucho dinero y sin el consentimiento de Jesús no podrás usar el tuyo”. Pero Begoña, que no lo ha aceptado para no incriminar a su amiga, tenía un problema mayor: Jesús guardaba los pasaportes de Julia y el suyo, y no sabía dónde.

A solas, Begoña ha rebuscado entre los cajones del despacho, cuando María ha entrado y la ha asustado. La chica, que Gema le había recomendado que cuidase de Begoña para obtener la simpatía de Andrés, ha intentado ayudarla. Begoña ha fingido estar del todo confundida, y ha acusado a su cuñada, frente a Jesús, de haberla insultado. Jesús ha reprochado a María que no tuviese el tacto suficiente para tratar a su esposa, la cual se la ha llevado a la habitación para volver a darle una infusión.

Nuevo delirio de Begoña

Begoña ha vuelto a fingir que se había quedado dormida, cuando Jesús ha entrado en la habitación con la infusión. La esposa ha intentado postergar el momento de bebérsela, justificando que estaba demasiado caliente, pero Jesús se ha asegurado de que no dejaba ni una gota, observándola bien de cerca.

Después de beberse la infusión, Begoña ha empezado a luchar contra sus propias alucinaciones, diciéndose que no eran reales. Pero la súbita presencia fantasmal de Julia en la habitación le ha hecho perder la cabeza. La niña le ha propuesto darse un baño en la piscina para que pudiese curarse, y Begoña ha salido sola al jardín. Por suerte, allí se encontraba Andrés, quien le ha dicho que no eran horas de bañarse.

Begoña, sobre Julia: “Tengo que mirar por ella, y la niña se viene conmigo”

Andrés ha observado la confusión de su cuñada, quien defendía que Julia la curaría de su enfermedad. “Me estoy volviendo loca, ¿verdad?”, ha preguntado Begoña en un momento de lucidez, que se ha esfumado en cuanto le ha parecido ver a Julia bañándose. Andrés le ha pedido que volviese a entrar en la casa, y ella ha respondido que no podía volver allí: se pensaba ir ahora mismo.

Begoña tenía ya un pie puesto en la escalera de la piscina, cuando Andrés la ha agarrado de la espalda para que no se sumergiese. Jesús ha presenciado el forcejeo entre su esposa y su hermano, y ha ordenado a Andrés que la soltase para ocuparse él mismo de su esposa. Begoña ha pasado de llorar en los brazos de Andrés, a los de Jesús. ¿Será finalmente ingresada en una clínica? ¿O conseguirá eludir el propósito de Jesús de seguir envenenándola?

La tortura de Damián (y de Marta)

Mientras tanto, Marta ha vuelto a tener una incómoda conversación con Damián, quien ha proclamado que no podía ni mirarla a la cara, después de revisar de nuevo las fotografías que le hizo el detective privado a la hija y a Fina. Marta le ha pedido que dejase de mirarlas, porque estaban hechas para hacerle daño. Damián ha pedido a Marta que frenase aquel “absurdo”, pero Marta ha defendido por activa y por pasiva que estaba enamorada, y que aquella era su naturaleza.

Damián ha protestado de que se dejase llevar por sus “bajas pasiones”, y que su madre y él no le habían educado de aquella manera. Pero sobre todo, el patriarca temía las consecuencias que podría traer aquel escándalo. “Siempre la maldita empresa”, ha pensado Marta, pero Damián ha respondido que no pensaba en la perfumería, sino en ella: “Ya no tengo ni idea de quién eres”. Marta, por su parte, ha dicho que no podía arrepentirse, porque ella era feliz así.

Pero Damián ha asegurado que encontraría la manera de acabar con aquello. “No lo voy a aceptar nunca, es una desgracia para la familia. Una más”, ha meditado el fundador, “los De la Reina estamos malditos”. Marta le ha contado a Fina que Damián les había descubierto, y la dependienta ha pensado que el hombre lo acabaría aceptando, como hizo Isidro, pero la jefa no estaba convencida de ello. Marta ha pensado acerca de quién se la podría haber jugado de aquella manera, y ha deducido que podría haber sido una rabieta de Jesús, por encargarse ella de recibir el premio a la empresa. Fina ha caído en la cuenta de que por ese motivo la presionó a ella en la tienda.

Marta ha encarado una nueva conversación con su padre desde la resignación de que no la entendería, así que le ha preguntado qué se proponía hacer contra Fina y ella. Damián ha respondido que no las denunciaría, pues al fin y al cabo era su hija. “Eso sí, esa relación tiene que acabar”, ha dicho el empresario, “si no, me encargaré de que os separéis“. ¿Cómo lo haría Damián? Marta le ha asegurado que nada ni nadie las separaría. “¿Quiere denunciarnos? Hágalo”, ha provocado la hija. ¿Cómo terminará Damián con la relación entre ellas dos?

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